27 de diciembre de 2014

Un Maldito Seductor / Capítulo 4

 Capítulo 4: Zombie Desinfectado

Ropa, camisetas, zapatos, perfumes…

Ropa, camisetas, zapatos, perfumes…

Ropa, camisetas, zapatos, perfumes…

¡Ah! Estoy comenzando a marearme…

Se supone que toda chica debe ser feliz en una tienda de ropa y accesorios...

Yo no era una de ellas.

Odiaba comprarme ropa; era aburrido, me dolían los pies y siempre terminaba enamorada de algo que no podía comprar con mi salario de bibliotecaria y la mesada de mis padres.

Pero a Sam no parecía agotarle.

Ella viajaba de un lugar a otro, cada vez enamorándose de diferentes prendas. Se supone que vendríamos por una camiseta con una frase que Sam adoraba: “Arriba están mis ojos, inútil…”

Pero después de que Sam comprara una en color salmón, siguió observando prendas y prendas y prendas.

En las cuales yo me enamoré de… ¿Diez?...

Bueno, en fin, Sam y yo nos sentamos a descansar con un par de helados.

El fin de acompañarla en sus compras era el hecho de que le contaría lo que pasó con Andrew la noche anterior.

Sam lo había descubierto al encontrar un shampoo color azul, que no era de ninguna de las dos…

Así que apenas compramos los helados, me vi con la obligación de contarle lo sucedido.

-          ¡¿Qué Andrew te besó?! –dijo atónita, atragantándose con su helado-

-          Ya te he dicho que no me besó… -lamí pacientemente mi helado- Y no tienes para que gritar.

-          Aún así fue demasiado para un par de conocidos… Un beso de conejito está muy cerca de sus labios ¿No crees?

Ahora era yo la que se atragantaba con el helado.

-          Admite que te hubiese gustado que en ese momento te hubiera besado. –hizo un gesto extraño con los labios-

-          No. –respondí firme- ¿Podemos hablar de otro tema?

-          ¿Cómo el hecho de cómo supo el número de nuestro departamento? –la observe preocupada-

-          Ese es un buen tema…

-          ¿Cómo supo que vivíamos en el piso de arriba? –sorbió nuevamente su helado-

-          Cuando entramos al edificio, subimos al ascensor juntos…

-          Ahhh… Entiendo…

Era un psicópata.

El muy estúpido se fijó en el número que apreté en el momento de subir al ascensor. 
Incluso fue lo suficientemente directo para decirme…

“¿Así que un piso superior al mío? Lyann, te advierto que si escucho tu vida salvajemente sexual desde abajo, te demandaré”

Era un descarado.

-          ¿Tú crees que estuvo tocando puerta por puerta buscándote?... –dijo Sam sacándome abruptamente de mis recuerdos-

Ambas reímos a carcajadas.

-          Estas loca, si crees que Andrew izo eso –no paraba de reirme, imaginarme a Andrew como un vagabundo, era gracioso hasta mas no poder-

-          ¿Entonces es un psicópata? –dijo Sam-

-          No… Creo…

¡Ay Dios mio! ¿Y si lo es?

-          Creo que debes preguntárselo directamente a él ¿No crees?

Sam tenía razón, debo ser más que directa.

-           ¿Y?... ¿Qué tal las cosas con Shonne? –cambié de tema. Ahora era bastante directa-

-          ¿Quién? –observé un leve rubor en mi amiga-

-          ¡No te hagas la inocente! –le reclamé- Hoy por la mañana llamaron a tu celular y ¿Quién crees tú que era?

-          ¿Revisaste mi teléfono? –me encaró Sam-

-          Tú siempre me dices que conteste cuando estás en la ducha.

-          ¡¿Contestaste su llamada?!

-          No tonta, cortó antes de que contestara –dije sincera- Pero aun así lo tenías en tu lista de contactos…

-          ¿Y? El me dio su teléfono… La ves que nos conocimos… -dijo terminado su helado de fresa- También me dio el de Andrew… ¿Lo quieres?

-          No, gracias –respondí secamente-

-          Oye… Él de alguna manera averiguó nuestro número de departamento, tienes derecho a tener alguna información sobre él ¿No?

Oh… Maldición. Sam sabe como convencerme.

-          Además, querías saber más sobre él –me guiñó el ojo derecho- Anótalo.

-          Ok. Lo haré, gracias –asentí y recibí el teléfono de Sam para intercambiar contactos-

Aprovecharé de anotar el número de SK. Nadie sabe cuando hace falta ¿No?

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Había vuelto a casa hace un par horas y aún estaba exhausta.

Sam me izo recorrer tres tiendas más cuando le dije que quería un vestido. Nunca más le digo a Sam eso.

Se puso histérica y me arrastró a una tienda donde encontramos uno perfectamente hermoso. No podía negar que los gustos de Sam y los míos calzaban a la perfección, lo que no nos calza es la talla.

Si… Sam es más…

Fue mejor dotada por Dios que yo.


Apenas llegué, deposité mi trasero en el sillón color gris y dejé mi bolsa con mi vestido a mi lado.

Me pasé dos horas de mi día libre viendo una película para niños, con esas típicas canciones que te harían vomitar arcoíris.

Desperdicié por completo mí tiempo.

Estaba haciendo un poco de ejercicio de pulgar con el control de la TV, cuando escuché el irritante timbre de la puerta principal.

Me coloqué de pié cuando el sonido se volvió insistente.

-          ¡Ya voy! –le grite a la persona que tocaba desesperadamente-

Abrí la puerta y el sonido se detuvo en seco.

Cabello oscuro noche, ojos claros, pantalones de mezclilla oscuros, y una camiseta azul pálido, con una exquisita frase… “Kiss me please… Baby”

Mmmm… Con gusto…

-          ¿Puedes hacerme el favor de devolvérmelo? –dijo con un tono seco y desesperado-

-          ¿Qué? –me dejó completamente desconcertada-

-          No te hagas la estúpida. Devuélvemelo. –dijo seco e intimidante-

Pero yo no le tenía miedo.

-          Al menos saluda –me crucé de brazos-

-          Ok… Hola –rodó los ojos-

-          Hola –desenvolví mis brazos y le sonreí- Entonces ¿Querías que te devolviera algo?

-          Si, se me quedó anoche. Lo más probable en el baño.

-          Si, se te quedó. Sam lo encontró por la mañana, te lo traeré enseguida…

Iba a cerrarle la puerta cuando la detuvo con una mano.

-          ¿No me dirás que espere adentro? –volvió a abrir la puerta- ¿No era a mi al que le faltaban modales?

-          ¡Que bien! Estas aprendiendo… -le saqué la lengua- Toma asiento en el sillón si quieres.

-          Gracias…

Entré al baño y busqué el shampoo color azul de Andrew. Lo vine a hallar en una de las esquinas de la ducha.

Me di el lujo de leer la etiqueta, después de todo quería saber de Andrew; así que iba a seguir el dicho: “Dime que compras y te diré quien eres”

O… ¿No era así?

Da igual.


Volví rápidamente al living y vi a Andrew apoyando ambos codos en sus rodillas. Me mordí la mejilla internamente.

-         Toma… Chico “Prevengo la caída de mi cabello, porque cuando viejo seré calvo” –le extendí el embase-

Alzó una ceja, desafiante.

-          ¿Qué es esto? –dijo recibiendo el embase azul-

-          Tu shampoo… Se te quedó anoche en el baño. –lo mire anonadada-

-          Lyann, se qué es mi shampoo, lo dejé a propósito para jugarte una broma más tarde…

-          Entonces… ¿Qué venías a buscar? –me crucé de brazos-

-          El llavero –lo miré extrañada- Las llaves de SK…

-          ¿Que llaves?

-          ¡Las llaves de su auto! ¡No tengo idea donde están!



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-          Esto es asqueroso… -dije al ver las manos de Andrew-

-          Cállate y desinféctame… -me extendió ambas manos-

Rocié el desinfectante en las manos de Andrew.

-          Ahora, ve a lavarte al baño… -le dije-

Se dirigió obedientemente al cuarto de baño.


Al fin de cuentas encontramos las llaves de SK. Estaban dentro de una de las repisas altas.

Pero al muy estúpido de Andrew se le ocurrió empujarlas con su mano y mandarlas directo al WBC, que estaba abierto por cierto. (El muy imbécil dejo la tapa arriba, ya que se le ocurrió buscar allí dentro también)

En su desesperación por alcanzarlas mientras caían tiró la cadena del retrete; y antes de que se despidiera por siempre de las llaves, metió las manos dentro y las rescató.

Asco…


Apenas vi salir a Andrew del cuarto de baño, me alejé de él y me dirigí al living.


-          ¿Por qué te alejas tanto? ¿Acaso te doy miedo? –sonrió gustoso-

-          Tú no. Tus manos si. Puedes contagiarme alguna bacteria.

Se acercó, con sus manos extendidas en posición zombie.

-          ¡No! ¡¡Aléjate!! –me escondí tras el sillón-

-          ¡Oh no! ¡Creo que me infecté! ¡Mi… mi mano… va a cobrar… vida propia…! –acercó su mano a su cuello- ¡Ah no! ¡Lyann! ¡Ayúdame!

-          No seas infantil… -reía para mis adentros-

-          ¡No! ¡Lyann! ¡Van… Tras… De… Ti! –comenzó a avanzar-

-          ¡Andrew, hablo en serio! ¡Aleja eso de mí!

Él muy estúpido comenzó a perseguirme por el departamento…

-          ¡Van… Tras… Tu… Sostén! –corría tras de mí-

-          ¡Aléjate, pervertido! –grité, antes de que me atrapara-

Me atrapó por la espalda y me caí junto a él. Sentí un tirón en mi brasier que se pegó nuevamente a mi espalda.

-          Upss, lo atraparon –dijo cerca de mi oído-

-          ¡Andre…! –me tapó la boca-

-          No grites, boba. Esto es un departamento en donde pueden escucharte los vecinos…

Su… Su mano… Huele a desinfectante… Esta en… Mi boca… ¡Mi boca!

Me liberé bruscamente de él y escupí más de 5 veces.

-          ¿¡Eres imbécil!? ¡Tu mano infectada la colocaste en MI boca Andrew! –le dije histérica-

-          Lo siento, me las lavé bien ¿Ves? –colocó su mano esta vez en sobre su boca- No grites.

-          Estúpido… ¿Desinfectaste las llaves? –las miré sobre la mesa-

-          Si –dijo colocándose de pie-

Tomé las llaves sobre la mesa y se las extendí.

-          Eso creo… -dijo Andrew-

-          ¡Andrew!

-          Si lo hice, si lo hice… No te enojes, era una broma... –sonrió hacia mí-

Él iba a tomar las llaves de mí mano, pero las aparté rápidamente.

-          ¿Y ahora qué? –me miró extrañado-

-          ¿Se las devolverás a SK? ¿O saldrás? –escondí las llaves en mi espalda-

-          ¿Para que quieres saberlo? –colocó sus manos en el bolsillo delantero-

-          ¿Las quieres? –lo amenacé-

-          Saldré a ver a Marcus. ¿Ahora me das las llaves? –extendió su mano-

Esta era mi oportunidad.

-          Te las daré si me llevas contigo. –me alzó una ceja- Marc dijo que la próxima vez que fueras, tenías que llevarme ¿No?

-          Bien, lo haré... –le entregué las llaves-

¡Bien! ¡Punto para Lyann! Ahora sabré más de ti.

-          … Solo si llevas el hermoso vestido nuevo que está en aquella bolsa… -apuntó con una sonrisa maliciosa, la bolsa en el sillón gris-

-          Bien… -acepté de mala gana-

Y el marcador empata…

Sonrió medio de lado y me extendió su mano derecha.

Cerramos el “trato” con un leve apretón de manos.

De pronto Sam se asomó somnolienta por la puerta de su habitación. Se sacó sus enormes audífonos naranja y nos miró desconcierta a ambos.

Llevaba la misma ropa de cuando salimos. Siempre se quedaba dormida después de salir de compras.


-          ¿Me perdí de algo? 

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