Desde el día en que los conocí ha pasado como 1
mes… Daniel es una persona muy simpática conmigo, también se queda a almorzar
con nosotros, pero al final, el siempre termina sentado conmigo en las
escaleras. Supe que tocaba el piano, que le gusta leer y escribir lo que siente
a veces. También supe que pasaba con las manos heladas, así que hicimos una
competencia, el que tenía las manos mas frías ganaba. Es… Un juego bastante
extraño, pero bueno…
También me hice muy buena amiga de Fred, es un
genio cuando se trata de matemáticas y, posee una personalidad muy amable y
amorosa a pesar de cómo se ve (Realmente la primera vez que lo vi pensé que me
iba a congelar con la mirada). Cuando lo conoces te das cuenta que es una
persona muy buena.
En mi caso, siento que nada va bien, mi familia
se peleó internamente, la familia de mi papá y la de mi mamá no se hablan, y en
los cumpleaños solo tengo una parte de la familia a partir de ahora. También me
siento fatal con el tema de mi beca, ya que postulé para ella, pero no la gané…
Me siento fatal…
Estamos a mediados de Septiembre y en la casa
de Bea realizaremos una pequeña fiesta y todos están invitados (Yo tenía que
llevar un pie de limón).
Ya en la casa de Bea, conversamos un poco y
partimos el pie mientras esperábamos a los demás, fueron llegando uno por uno,
los saludamos a todos. Reímos, bailamos, jugamos, en fin. Al finalizar la
fiesta, recordé el problema de mi familia… Me sentí pésimo…
Solo quedábamos cuatro personas, Daniel,
Richard, Bea y yo.
Subí al cuarto de Bea y me senté en la cama,
miré mis pantalones que tenía una pequeña mancha de pie de limón en ellos; lo
limpié con un dedo mientras agachaba la cabeza, mi corazón dolió un poco. Poco
después subió Bea…
-
¿Cómo estas? ¿Te sucede algo? –me preguntó
mientras echaba uno de mis cabellos detrás de mi oreja-
-
Nada… N-no es nada –dije soltando unas lágrimas
afirmando mi mentira-
-
¡¿Cómo no va a ser nada?! ¡Cuéntame! –me
reclamó-
En eso, escuchamos unos cuantos pasos por la
escalera (La habitación de Bea está en un segundo piso), sequé un poco mis
lágrimas en un fallido intento para disimular. ¡Era Imposible, se iban a dar
cuenta de inmediato! ¿Qué hago?. Miré por la habitación hasta que di con la
única ventana que se encontraba allí, avancé rápidamente hacia ella, abrí las
cortinas y me escondí tras ellas mirando hacia fuera de la habitación.
¡Perfecto! ¡Creerán que estoy mirando por la ventana!
-
¿Bea? ¿Qué sucede? ¿Por qué están aquí? –escuché
la voz de Daniel por detrás de la cortina-
-
Nada… Conversando… -dijo Bea-
-
¿Dhalia? –un escalofrío corrió por mi espalda,
al escuchar la voz de Richard- ¿Qué haces ahí?
-
Miro el cielo… -mentí-
-
¡A mi mamá no le gusta que halla gente en mi
habitación! –saltó Bea, es posible que se halla dado cuenta de mi estado- ¡Así
que, vamos abajo!
-
¿Bajas? –escuché a Daniel dirigirse hacia mi-
-
S-Si, en un momento….
Sequé un poco mis lágrimas con la manga de mi polera
y salí de mi escondite. Me senté en la cama y suspiré; cuando escuché abrirse
la puerta.
Mis ojos seguían rojos y no quería que ninguno
me viera llorar, tomé la primera cosa que tenía en mano para cubrir mi rostro.
Era esponjoso y olía bien, lo miré un poco, era una almohada ¡Que suerte!
-
¿Bajas o no? – me dijo Daniel desde la puerta-
-
Si, voy de inmediato –dije detrás de la
almohada, ahora, mi otro escondite-
Escuché un par de zapatos más, eran de Bea que
entró en la habitación nuevamente, junto con ella, Richard.
Recordé mi situación, esta jamás salía de mi
mente… Mis padres, mi esfuerzo, mi familia, todo… Volví a sentirme mal ¿Por qué
tenía que sentirme así en este lugar precisamente?
Escuché un par de pasos acercarse hacia mí, no
me di cuenta cuando me encontraba tirada boca abajo encima de la cama y con la
almohada sobre la cabeza. De pronto sentí un peso frente de mí, sobre la
almohada, una respiración lenta, y ese suave olor a perfume de varón que hace
que mis glándulas salivales se activen de inmediato.
-
Se que te pasa algo… -escuché la voz de Daniel-
¿Puedes contarme? No me gusta verte así… Por favor… -asentí con la cabeza-
Entonces baja… -hipé- Tranquila…
Al terminar de consolarme posó una mano sobre
mi cabeza y la acarició por sobre la almohada, se sintió bien.
Después de unos momentos bajé al primer piso,
me miraron con consuelo y me guiaron a la salida, aún era temprano, Bea quería
que le contara mi problema, y Daniel también…
Fuimos a una plaza cercana, me senté en el
pasto junto a Bea, mientras Daniel fue a los columpios junto a Richard.
-
Entonces… ¿Me dirás? –se me acercó un poco Bea-
-
Si… -miré el pasto, estaba húmedo y largo-
Comencé con lo de mi familia y como había
comenzado el conflicto entre ellas, mi abuela materna se sintió bastante
incomoda por los comentarios que se hicieron de ella, y mi abuela paterna
alteró la verdad en contra de mi mamá, con respecto a como la trataba, eso,
para mi es, patético y degradante para quien lo escuche.
A mitad del relato, Daniel se acostó al lado de
Bea para escuchar de lo que hablábamos.
-
¿Y, me contarás… Dhalia? –dijo mirándome tras
de Bea-
-
Lo siento, deja terminar de contarle a Bea,
luego te contaré a ti-
-
Ok… -se levantó fácilmente y fue donde Richard
nuevamente-
Seguí conversando con Bea sobre mi problema
familiar…
Mientras mi abuela y mi familia paterna dejaba
mal a mi mamá, yo estaba durmiendo, me levanté por el escándalo abrí la puerta
de mi habitación y me fije en el escenario que había… Mis tías paternas y mi
abuela estaban rodeando a mi mamá, quien estaba en el centro de la sala,
sentada en una silla… Llorando…
Mis ojos se abrieron de par en par, mi cuerpo
se movió solo, y me dirigí hacia mi mamá… lentamente… De pronto una mano se atravesó
en mi camino, era una de mis primas paternas (Mayores que yo), me sonrió con
melancolía… “¿Qué está pasando?” “¿Porqué mi mamá llora?” salió mi voz. Me
abrazó delicadamente y me empujó devuelta a mi habitación y me dijo que no
saliera por ahora.
-
Me sentí horrible… -le dije a Bea al terminarle
de contar-
-
Entiendo… -me dijo- No pienses en eso… ¿Vamos
donde los chicos? –asentí levemente con la cabeza-
Richard se estaba columpiando junto a Daniel,
para ver quien llegaba mas alto ¿Me pregunto porque los chicos harán eso?
Después de todo es peligroso…
Se dieron cuenta de nuestra presencia y Daniel
cruzó miradas conmigo como diciéndome “¿Ahora puedo escucharte?” Indicó una
banca que estaba cerca de allí. Se bajó del columpio y se sentó a mi lado.
-
¿Y? –me dijo sin mirarme a la cara-
-
Emmm… Es raro tener que contar la misma
historia dos veces en un mismo día –reí por lo bajo-
-
¿Vas a decirme? –dijo con un tono un poco
amenazante-
-
Si… Verás…
Volví a contar la misma historia, pero esta
vez, con lujo y detalles… Además de contarle sobre todo el esfuerzo que había
puesto para ganarme esa beca, la cual no había logrado y sobre las recientes
peleas de mis padres, lo cual, me sonaba a separación…
-
Y yo… Me quedé allí… -hipé- Parada sin poder
hacer nada… Me siento inútil… -esta vez llorando con mas fuerza-
-
Tienes que estar tranquila… En este momento no
puedes hacer nada… -dijo honesto- No tienes la fuerza suficiente para imponerte
frente a una pelea de tus padres, de lo único que debes preocuparte es de tu
hermano menor, que es, en este momento el que no entiende que es lo que estaba
pasando… -lloré con más fuerza- Tienes unas excelentes calificaciones… No te
mires en menos, tonta…
Lloré, como no lo había hecho en casa… lloré,
como no lo había hecho con Beatriz… Lloré, como nunca lo había hecho delante de
un hombre que no fuera parte de mi familia… Daniel fue el primer chico en ver
mis lágrimas, pues mi orgullo no me permitía llorar en frente de algún chico
que no fuera de mi familia.
Tomé su camiseta color café mientras lloraba,
me apegué lentamente a su pecho, sentí un peso pequeño en mi espalda y me
atrajo hacia él. Lloré en su hombro, me abrazó con más fuerza… Sentí su calor
familiar, su cabello suave y que olía a shampoo, aspiré profundo y mis fosas
nasales se llenaron de ese suave aroma...
Mis ojos seguían nublados. Miré por sobre su
hombro y vi a una señora con su hija que pasaban detrás de nosotros, la niña me
miró con curiosidad, y la señora con cara de tristeza… Nunca, jamás hubiese
permitido que alguien me viera así, pero en ese momento nada me importaba más
que llorar…
Después de un rato de que las lágrimas mojaran
mi rostro y parte de la polera de Daniel, me aparte de él. Sequé con la parte
de la muñeca mis ojos llorosos y respiré hondo, sonreí y volví a respirar. Me
puse de pie bruscamente y me dirigí a los columpios, donde se encontraba Richard…
(Definitivamente quería demostrar que ya estaba bien y podía distraerme un
poco) Y para mí, estaba en la posición perfecta para patearlo…
Tomé posición, y pateé fuertemente… pero la
gravedad izo su trabajo… Si, como lo oyeron… Con todo mi peso, mi trasero dio
contra el suelo, y claro… No fue precisamente “suave” y el terreno no era lo
que digamos “blando”. Daniel y los demás se rieron de mí, y yo, tirada en el
suelo reí con fuerza, con mucha fuerza.
La tarde llegó y me tenía que ir, mi casa no
quedaba muy cerca y la oscuridad era muy peligrosa para que yo fuera caminando
sola hacia mi casa a estas horas.
-
Voy a tener que irme caminando –dirigí la palabra
a Bea, quien me entregaba el recipiente en donde venía el pie de limón-
-
No quiero que te vallas sola –me dijo
preocupada-
-
No te preocupes, Rich y yo la acompañaremos
hasta su casa- dijo Daniel despidiéndose- ¿Ok?
-
No te preocupes Bea –se despidió Richard - ¡Nos
vemos!
-
¡Bye! ¡Vayan con cuidado! –luego de eso, Bea
entró a su casa-
El camino hacia mi casa era demasiado largo, la
iluminación no era muy buena a estas horas de la noche, y estaba algo asustada.
Generalmente a estas horas no anda mucha gente por las calles y es peligroso. Miré
hacia mi izquierda, para verificar si mis amigos estaban allí, y efectivamente,
estaban conversando. Gracias a ellos me sentía muy aliviada.
Miré el cielo, estaba estrellado. Mi
respiración se evaporaba por la temperatura y mis pies estaban helados. Y
pensar que estamos cerca de la primavera y el maldito clima aún no cambia.
-
Hace frió… -dije, y mis palabras se
evaporizaron en el aire-
-
A puesto a que gano –me dijo Daniel-
-
¿Qué cosa?
-
A que tengo las manos más frías – me extendió
su mano derecha-
-
Mentira… Apuesto a que yo si las tengo más
frías que tú –dije, extendiendo mi mano izquierda-
En un suave impulso, nos tomamos de las manos,
sentí la piel fría de Daniel en la yema de mis dedos, a pesar de la sensación,
me atreví a sentir mi palma completa contra la suya, sus manos eran más grandes
que las mías, pero mis dedos son mas finos y largos que los suyos…
-
Creo que gané –me dijo sonriente-
-
No es justo –hice un puchero adorable- Espera
una rato y verás que gano-
Dejé mi mano fuera del bolsillo de mi polerón
para que se enfriara más aún… Seguimos caminando, hicimos un par de bromas
junto con Richard, y reímos un poco…
-
Daniel –lo llamé- ¡Ahora sí! –le mostré mi mano
izquierda en son de triunfo-
-
Veamos… -me extendió su mano derecha en son de
reto-
-
No es justo… -volví a sentir su mano helada-
-
Te dije que ganaría
Nuestras palmas chocaron y sentí su piel fría
otra vez…
-
Tontita… Aún así estas muy helada… -dijo
mirando mi mano- Pon tu mano en tu bolsillo-
-
Mi bolsillo no calienta nada… -me excusé-
-
Ven entonces…
Sentí como mi mano y la de él se dirigieron a
su bolsillo de su chaqueta, era grande, y aún así el espacio era estrecho para
ambas manos.
-
No caben las dos –dije-
-
Acomódate
Moví mi mano, y la coloqué para que él la
envolviera con la suya, pero aún así era incomodo. Estiré mis dedos y choqué
con los suyos; sentí la necesidad de enlazar nuestras manos… Él tomó la mía y
nos enlazó, dejé que mí dedos pasaran los de él, y estos me estrechaban
suavemente contra su palma helada.
Así seguimos nuestro camino a casa, al llegar
al camino de tierra, Richard se ganó a mi lado derecho y se ofreció a llevar el
recipiente por mí. Conversamos un poco, pero el ambiente se sentía algo tenso,
y mi mano se sentía relajada y confortada, como si debiese pertenecer allí.
Recordé que tenía que irme a la casa de mis
primos (que se encuentra al lado de la mía por cierto), ya que habían llegado
unas visitas.
Me dejaron en la entrada, Daniel soltó mi mano,
y un pequeño dolor invadió mi pecho… Me
dijo que fuera rápido. Me despedí de los dos y les agradecí profundamente el
haberme venido a dejar tan lejos.
-
¡Tengan cuidado! –les grité a la distancia-
-
¡¡Si!! ¡¡Nos Vemos!! –me devolvieron el grito-
Mi mano se movía de un lado a otro, en una
señal de adiós… Miré mi mano al dejar de alzarla…
-
“Realmente
se sintió bien…” –pensé para mí, antes de entrar a la casa-
No hay comentarios:
Publicar un comentario